Más de 24 líderes mundiales, piden un tratado mundial contra pandemias





Más de 20 líderes mundiales, entre ellos "Pedro Sánchez", piden un tratado mundial contra pandemias



Carta del Arzobispo Vigano escribió a Donald Trump

Lo que más llama la atención es el estrato de la carta del arzobispo que compartimos a continuación, que describe la realidad que hoy estamos viviendo en todo el mundo con el pretexto de la pandemia.

«El propósito del Gran Reseteo es la imposición de una dictadura sanitaria apuntando a la imposición de medidas liberticidas, ocultas detrás de promesas tentadoras de asegurar un ingreso universal y cancelando la deuda individual. El precio de esas concesiones del Fondo Monetario Internacional será la renuncia a la propiedad privada y la adherencia a un programa de vacunación Covid-19 y Covid-21 promovido por Bill Gates con la colaboración de los principales grupos farmacéuticos. Más allá de los enormes intereses económicos que motivan a los promotores del Gran Reseteo, la imposición de la vacunación será acompañada de un pasaporte de salud y un ID digital, con el consecuente rastreo de contacto de la población del mundo entero. Aquellos que no acepten esas medidas serán confinados en campos de detención o puestos bajo arresto domiciliario, y todos sus activos serán confiscados

Fuentehttps://tierrapura.org/2021/03/31/el-arzobispo-vigano-predijo-en-octubre-2020-lo-que-esta-haciendo-biden/

Estás Preparado Para Ver La Verdad


Enlace interesantehttps://quialiberum.blogspot.com/2021/02/juan-pablo-i-asesinado.html


Dos grandes vertientes del capitalismo imperialista de las últimas décadas están en plena disputa por el control de los mercados internacionales y la hegemonía global.

El uso de la pandemia para ocultar la crisis terminal del capitalismo imperialista y depredador

-Los metacapitalistas o billonarios pugnan por la supremacía de la tecnología e igual quieren el NOM

Claro que hay una lucha de clases, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está librando esta guerra (además)… tengo la inmensa suerte de haber ganado la lotería genética”: Warren Buffet en 2012.


Lamentablemente, los próximos cuatro a seis meses podrían ser los peores de la pandemia..., habrá otras 200,000 muertes adicionales. En el corto plazo, son malas noticias”: Bill Gates (el gurú de la pandemia), 14 dic. 2020.

Os vais a cargar por la patas



El año 2020 fue terrible. Y la prospectiva del 2021 no apunta a ser mejor, salvo que todos nos crucemos de brazos. ¿A quién le corresponde revertir esta siniestra tendencia? A la sociedad, a los pueblos, a los hombres, a los individuos, a todos: armas legales y tribunales públicos, como los juicios de Nuremberg, para los culpables. Denuncias públicas. Medidas coordinadas, como estar bien informados.

Por tratarse de un asunto de vida o muerte, de sobrevivencia; de atentado contra la naturaleza y amenaza criminal a la humanidad; violaciones al derecho al patrimonio, a la vida, a la estabilidad, a todas las conquistas humanas, sociales y laborales, ganadas a pulso en siglos de lucha, y porque unos cuantos sujetos se han abrogado ilegalmente el derecho de decidir el futuro de todos.



El dilema radica en que pocos saben realmente lo que está ocurriendo. Hay demasiada confusión. La clave radica en estar informados para tomar decisiones correctas, precisas. ¿Cómo hacerlo ante tanta desinformación de los grandes medios de comunicación, artífices de las fake news, de la manipulación y a fin de cuentas el adoctrinamiento? Ese es el reto para medios alternativos.

Porque la elite del poder mundial arremete contra todos. Son los billonarios o milmillonarios (“metacapitalistas, o capitalistas con esteroides”), unos cuantos individuos que operan al margen de la ley y se ven a sí mismos como dioses.

Unos, los dueños de empresas como Microsoft, Amazon, Google, Apple, Facebook; Baidu, Ali Baba y Tencent (de origen chino), de personajes como Bill Gates, Jeff Bezos, Sergey Brin, Larry Page y el mismo Mark Zuckerberg. Otros, los principales accionistas de grandes corporativos, como las empresas “tradicionales” que mueven el capital financiero y especulativo global. Ahí figuran los grandes, como Wal-Mart, ExxonMobil, Goldman Sachs (algunas) y personajes como Warren Buffet, los Rockefeller, Soros, entre ellos.

Con todo y ambos tipos de negocios, boyantes, conforman dos grandes vertientes del capitalismo imperialista de las últimas décadas, y están en plena disputa por el control de los mercados internacionales, por la hegemonía global.

Viejo, el sueño por el NOM

Un pleito encarnizado los unos contra los otros. Bien, o mal —sin maniqueísmos—, pero ellos son los que están echando a caminar el viejo sueño de los grupos de elite de hace algunas décadas atrás: el Nuevo Orden Mundial (NOM).

Sería H.G. Wells, el novelista británico conocido por obras como La máquina del tiempo o La guerra de los mundos, quien hablaría por primera vez del “Nuevo Orden Mundial” en Un mundo liberado, obra de 1914. Y en 1940 otro libro llevaría el título El Nuevo Orden Mundial.

 



Fue en 1991 cuando el entonces presidente de EE.UU. George Bush, en plena invasión de Irak y tras asegurar el triunfo de sus soldados y la “coalición de 28 países”, afirmó que la situación se aprovecharía para la instauración del NOM. Dijo: “Lo que está en juego es más que un pequeño país, es una gran idea: Un nuevo orden mundial donde diversas naciones se unan en causa común para lograr las aspiraciones universales de la humanidad; paz y seguridad, libertad y el imperio del derecho”. Se quedó como aspiración mencionada por un presidente estadounidense.


Enlacehttps://hispaniaveritasliber.blogspot.com/2021/03/mafias-satanicas-pedofilas.html

 

El caso es que ahora, el nudo gordiano o gran pretexto para la imposición del NOM, lo han creado con la pandemia del Covid-19. Un virus —¡a nadie le interesa el origen ya!—, que bien a bien no se sabe si es fruto de laboratorio, de origen natural —del murciélago a los humanos— y se “escapó” de Wuhan en China. El caso es que fue esparcido por el mundo como rocío de plagas, en cosechas o plantíos de marihuana, para la extinción. Ahora no de bichos sino de personas.

 

Es por ello que el virus suena parapeto, como gran pantalla donde se proyectan visiones futuristas de un mundo de zombis o robotizado; distractoras de un proceso en destrucción, donde hasta los ovnis aparecen ahora brotando de los escritorios del Pentágono y la CIA. Esa serie de productos distractores para que la gente no vea más que tele en sus casas sin darse cuenta lo que sucede fuera.

 

Así el “Gran Hermano” esté plenamente activo vigilante de todo movimiento de personas como ya sucede en China, so pretexto de controlar al virus hay ciudades donde ningún movimiento escapa al registro del ojo electrónico y, con la identidad facial o algorítmica de todo lo que se mueve en las calles, se ha invadido la libertad individual en aras del control del partido. Se justifica con premios o castigos.

 



Las otras guerras, bacteriológicas

 

El tema es que 2020 el mundo cambió. La humanidad se enfrenta ahora a una realidad, o muchas, distintas: el mundo postCovid-19, como en las postguerras, Primera y Segunda guerras mundiales, continuidad la una de la otra. Todo un siglo de guerras discontinuas. De la recomposición colonial al reparto territorial bipolar del mundo. Pretextos imperiales. Ahora no es distinto.

 

Solo que ha cambiado el método de las guerras, y el siglo XXI no apunta a ser mejor que el XX. Porque el capitalismo y su hijastro el imperialismo es insaciable, como lo son los superricos que no contienen su avaricia por el dinero, y el control también. No importa que buena parte de la humanidad muera, de hambre o por los coronavirus.

 

Entre las formas “modernas” de la guerra, claro, destaca la “bacteriológica”. Esa es la realidad del 2020 que amenaza el año 2021. ¿Qué tan profunda o extensa será esta guerra que está utilizando el conocimiento biotecnológico? Sí que depende de la contención global; denuncia y protesta social. Porque muchos cambios están en puerta, legislativos entre ellos, también políticos para revivir el Estado de bienestar, gran parapeto para fines de control.

 

Los promotores del NOM temen que el mundo despierte y vea su realidad, descubra que pretenden desaparecer de ¡tres a cuatro mil millones de personas en el mundo! Como si las alimentaran, o fueran dioses de quienes depende la vida de los demás.

 

Ese es uno de los proyectos de las fundaciones Rockefeller y Melinda y Bill Gates. El dueño de Microsoft, por ejemplo, igual financia la elaboración de vacunas. De ahí la suspicacia sobre el “interés” de las mismas. ¿Cómo es que contra los virus la ciencia no había podido crear vacunas y de pronto ya? Sabido por décadas. Lo único es fortaleciendo el sistema inmunológico.

 

Sin embargo, ahora las farmacéuticas en plena carrera maratónica luchan las unas contra otras, para encontrar la vacuna contra un virus que ciertamente no admite tregua. ¿Por qué laboratorios de renombre cuyo fin se supone radica en la salud de la población, se vuelcan a la vacuna? De ahí la suspicacia: por los laboratorios, por los inversionistas, por la oscura carrera de la “ciencia”. La política por encina de la ciencia en la toma de decisiones.

 

Desconfianza por las vacunas

 

Cuánta desconfianza generan países como Gran Bretaña y la vacuna Covid-19 de Pfizer, por ejemplo, que luchan a contracorriente por sacar al “mercado” un producto cuyo desarrollo tardaría décadas, solo para “competir” con otros cuya efectividad está "demostrada", esa sí, con amplios ensayos en laboratorio y animales, antes que aplicarla en el ser humano, versus Rusia y la "vacuna Sputnik".

 

¿O por qué Pfizer busca alianza con Sputnik, para mejorar la primera? ¿Quién requiere de cuál para tener control de calidad o efectividad? ¿La primera de la segunda o viceversa?

 

Queda claro que para las farmacéuticas de “occidente” no importan los logros, es el negocio de la venta de vacunas con pedidos millonarios. 100 millones de dosis habría ordenado Estados Unidos solo en julio, y la Unión Europea muchas más: 300 millones de dosis. Pero inclusive y ojalá fuera solo el negocio. Porque hay más.

 

El problema mayor radica en que según especialistas la vacuna de Pfizer “se basa en una tecnología de ARNm de edición genética experimental que ¡¡¡influye en el genoma humano!!! Y que junto con la iniciativa de la vacuna está el desarrollo de un llamado pasaporte digital que se impondrá a poblaciones enteras”. El chip.

 

Es por lo anterior que, según la fuente: “A principios de diciembre, el Dr. Michael Yeadon junto con el Dr. Wolfgana Wodarg presentaron una solicitud ante la EMA, la Agencia Europea de Medicina responsable de la aprobación de medicamentos en toda la UE, para la suspensión inmediata de todos los estudios de la vacuna contra el SARS-CoV2 (coronavirus 2), en particular BioNtech/Pfizer estudio sobre BNT162b…”. (Fuente: https://tinyurl.com/ycjl42rf). Denuncia improcedente.

 

Aparte, que durante la experimentación (¡sic!): “Seis personas murieron en la última etapa del ensayo de la vacuna Covid-19 de Pfizer…”. ¡Y cuántos gobiernos están haciendo sus pedidos de vacunas a Pfizer! O ya la están aplicando. México entre ellos.

 

¿Con qué más tiene que ver la vacunación, cual pretensión es llegar al 80/90 por ciento de la población mundial? Con los avances de la biotecnología, pero también con la tecnología 5G, y ¡la violación de la seguridad de las personas! A cambio del control del “Gran Hermano”, como soñó Orwell.

 

El mundo proyectado de los promotores, los enterradores de la libertad de las personas o de su vida por causas que de entrada remiten al aislamiento, a la inanición de las economías familiares, a la hambruna y la violencia por conseguir alimento. A presiones tales donde las personas permitirán lo que sea, como hipotecar la libertad, a cambio de dádivas. La cosa es seria.

 

¡Será que llega el chip con la vacuna!

 

¿Será que la vacuna está acompañada de la colocación del chip? ¿Alguien podrá decir lo contrario? ¿Si no hay vacuna contra el virus de la gripa —por cierto, el coronavirus no es más que una variante de la influenza estacional—, por qué sí para el Covid-19?

 

¿Es la vacuna el gran pretexto para la modificación genética de la población en general, o para inducir cambios de conducta? ¿Quién puede negar que el simple encierro no descarta actitudes, por decir lo menos, de mayor violencia en las propias familias? No se descarta con la vacunación la inserción del chip para la geolocalización de las personas, una tecnología que ya se aplica vía el GPS del smartphone. Pero hay más: el control del mundo a través de la vigilancia digital.

 

Nada hipotético. Porque estas políticas de “vigilancia” ya son una realidad. También, porque va de la mano de otro de los intentos de la elite global que amenaza la población mundial a partir del 2021 con el “Gran Reinicio” o “El Gran Reseteo”. Como un subproducto de la “Cuarta Revolución Industrial” propuesto por el Foro Económico Mundial (FEM) y su creador, el profesor Klaus Schwab.

 

En otras palabras, no se trata de ninguna “teoría conspiratoria”, sería lo menos. El gran reinicio es un proyecto, una plantilla social para algunos o un plan para llevarse a cabo justo ahora desde los escenarios del coronavirus. ¿Maquiavélico? Lo es.

 

“El Gran Reinicio”, una suerte de nuevo “contrato social”. Lejos de la concepción roussoniana, del grupo social cohesionado en torno a un Estado y para el cumplimiento de los deberes ciudadanos, la concepción clásica. Se trata de lo contrario, cercano al “Gran Hermano”. Como ya ocurre en China. En YouTube sobre los videos sobre el tema metiendo: “China, inteligencia artificial, vigilancia”.

 

“El Gran Reinicio” pasa por: los registros de salud de cada persona, sus cuentas bancarias, la identificación de créditos; va de la salud al monitoreo y control del mundo por la vigilancia y la inteligencia artificial. Esa suerte de transhumanismo, donde el fin es el “bienestar” del ser humano, aumento de sus capacidades físicas e intelectuales, hasta la “eterna juventud”; o donde el hombre se vería “reconfortado” con la aplicación “científica” de los avances tecnológicos. La ciencia para unos cuantos, claro, los que puedan pagar, si no es que antes se habrían ido a otro planeta.

 

Del humanismo al transhumanismo

 

La economía en torno a la tecnología, la inteligencia artificial, la vigilancia artificial, el Big data o macrodatos (que para eso es la “computación cuántica”), la digitalización y robotización de la industria y el gobierno, la automatización y la reingeniería social. Entre otras cosas, como la llamada “tecnocracia”. Es la Cuarta Revolución Industrial, donde se fusionan los “sistemas digitales, físicos y biológicos”. Para un nuevo sistema económico donde se fusionen mente y máquinas con la inteligencia artificial. El transhumanismo.

 

El gran reinicio es lo que el FEM el califica como el abordaje de “un futuro más justo, sustentable y resiliente, así como un nuevo contrato social enfocado a la dignidad humana, la justicia social y donde el progreso no se vea opacado por el desarrollo económico” (https://tinyurl.com/y7hucxbn).



 

Y Schwab define: “El Gran Reinicio es una gran campaña de propaganda y publicidad para una nueva marca que la elite global está tratando de inculcar en la sociedad. Es solo una nueva propaganda en una farsa más antigua. Este es el Nuevo Orden Mundial redefinido. Es solo un nuevo nombre para él”.

 

Schwab, además, alude que El Gran Reinicio no se relaciona con el virus, que es una agenda gestada en años y que no es el fin de la globalización sino una globalización multiplicada; es decir, acelerada. Pero como dice una cosa dice otra.

 

En la obra COVID-19: The Great Reset, escrita por Schwab y Thierry Malleret, se apresuraron a afirmar: “Si ninguna potencia puede imponer el orden, nuestro mundo sufrirá una ‘falta de orden global’. A menos que las naciones y las organizaciones internacionales puedan encontrar soluciones para colaborar mejor a nivel global, corremos el riesgo de entrar en una ‘era de entropía’ en la que la fragmentación, la ira y el provincialismo definirán cada vez más nuestro panorama, el hacerlo menos inteligible y más desordenado”.

 

No hay lugar para ningún orden social espontáneo, solo el poder centralizado y vertical será capaz de hacer cumplir el orden social, ambiental, económico y geopolítico que solo “El Gran Reset” es capaz de proporcionar.

 

Lo remarca en su página el FEM en su página web de manera directa: “Existe una necesidad urgente de que las partes interesadas mundiales cooperen para gestionar simultáneamente las consecuencias directas de la crisis del COVID-19. Para mejorar el estado del mundo, el Foro Económico Mundial está iniciando la iniciativa The Great Reset”.

 

Y agrega en “Contexto”: “La crisis del Covid-19 y las perturbaciones políticas, económicas y sociales que ha provocado están cambiando fundamentalmente el contexto tradicional para la toma de decisiones. Las inconsistencias, definiciones y contradicciones de múltiples sistemas, desde la salud y las finanzas hasta la energía y la educación, están más expuestas que nunca en un contexto global de preocupación por las vidas, los medios de vida y el planeta. Los líderes se encuentran en una encrucijada histórica, gestionando las presiones a corto plazo contra las incertidumbres a medio y largo plazo”.

 

Sobre “La oportunidad”, el FEM agrega lo siguiente: “A medida que ingresamos a una ventana de oportunidad única para dar forma a la recuperación, esta iniciativa ofrecerá ideas para ayudar a informar a todos aquellos que determinan el estado futuro de las relaciones globales, la dirección de las economías nacionales, las prioridades de las sociedades, la naturaleza de los modelos de negocios y la gestión. de un bien común global. Basándose en la visión y la vasta experiencia de los líderes involucrados en las comunidades del Foro, la iniciativa Great Reset tiene un conjunto de dimensiones para construir un nuevo contrato social que honre la dignidad de cada ser humano.”

 

No hay retorno a “lo normal”

 

Y en el libro Schwab-Meyssan, cierran con esta idea: “Al enfrentarlo, algunos líderes y ejecutivos podrían sentirse tentados a comparar el reinicio con una reanudación, con la esperanza de regresar a la normalidad y restaurar lo que funcionó antes: tradiciones, procedimientos y métodos para hacer las cosas, en resumen, un regreso a la normalidad. Esto no sucederá porque no es posible. En su mayor parte, «el negocio como siempre» murió (o al menos fue infectado por) el COVID-19”.

 

Como podrá verse, la cura es peor que la enfermedad. Dirigida por unos cuantos, por la elite dominante o que no quiere perder el poder redefiniendo el control social, económico, político y geopolítico también. De hecho, se trata claramente de una reconfiguración geopolítica PostCovid-19. Pretendida imposición que costará gran número de muertes, sin olvidar la crisis o llamado estrés pandémico en la salud pública, con malestares físicos incluso sin contraer el virus.

 

Mientras tanto, el crimen contra la humanidad no pasa ni quedará impune. Ya se ha informado que un grupo de expertos, abogados y profesionales de la salud están preparando la denuncia colectiva más grande de la historia, en contra de los responsables de estas medias globales, desde los políticos hasta la propia OMS.

 

Cuatro abogados que fundaron el “Corona Extra-Parliamentary Inquiry Committee” en Alemania dicen que la pandemia del Covid-19 es ‘quizá el mayor crimen contra la humanidad jamás cometido’. Y las medidas pandémicas estaban destinadas a difundir el miedo para permitir una transferencia masiva de riqueza, y se han utilizado pruebas fraudulentas para mantener el engaño”.

 

Además, que la mortalidad por el coronavirus no ha sido tan letal, no hay evidencia que el confinamiento o las medidas económicas hayan generado resultados favorables. Y se han eliminado derechos humanos básicos. Esta última es bandera de Corona Extra-Parliamentary… (la siguiente cita, larga, vale la pena):

 

“Se afirma que la Agenda del 2030 de la ONU con sus Objetivos de Desarrollo Sustentable ‘asegura la paz y la prosperidad para las personas y el planeta’. Se dice que estas acciones abordan la pobreza y el hambre, mejoran la salud y la educación, reducen las desigualdades y salvan los océanos, los bosques y el clima. ¿Quién puede argumentar contra esas metas tan benévolas?

“Pero eso tiene un precio: Eliminar nuestra libertad personal. Los principales socios del proyecto de los Objetivos Globales de las Naciones Unidas revelan el verdadero objetivo tecnocrático que se esconde detrás de esta fachada, el cual implica integrar a la humanidad en un aparato de vigilancia tecnológica supervisado por una poderosa IA.

 

“El actual miedo a la pandemia ha sido un detonante perfecto para impulsar estos objetivos. El Foro Económico Mundial y su presidente Klaus Schwab consideran la crisis del COVID-19 como el detonante perfecto para implementar su plan tecnocrático. Las grandes compañías tecnológicas llegaran a rescatar el mundo.

 

“Esto se integrará en la agenda del G20 y de la Unión Europea, de una manera no democrática, sin ningún debate público o investigación, al ser renombrada como el Gran Pacto Verde.

 

“Como era de esperar, Klaus Schwab no menciona su propio papel y el de sus compinches en crear este desastre económico global, ya que fue ‘previsto’ con precisión en el Evento 201 de Bill Gates (octubre 2019) del Foro Económico Mundial y en los escenarios del Informe de la Fundación Rockefeller para el futuro de la tecnología y el desarrollo internacional (2010)”.

 

El fin del “bienestar” social

 

A esto hay que agregar las violaciones a los derechos humanos en todo el planeta. ¿Es la imposición del Estado de Bienestar o del policial? El primero es parapeto, el segundo es la triste realidad. Que además va de la mano de la vigilancia del “Gran Hermano”.

 

El llamado “Gran Reinicio” es la Gran Mentira para derrumbar por fin al Estado de Bienestar que solo subsiste, para la instrumentalización del Estado Policial.
Son los instigadores que amenazan la propia existencia humana, los promotores del NOM que apelan a la eficacia del miedo como estrategia infalible para lograr sus fines.


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Fuentehttps://www.alainet.org/es/articulo













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